Siempre que pensamos en vacaciones, nos imaginamos sólo la parte buena del asunto: disfrutar del tiempo libre, desconectar, estar con la familia y amigos, etc. Sin embargo, a veces, puede que haya algo que te amargue un poco ese pensamiento: ¿qué querrá este compañero si sabe que estoy de vacaciones?, ¿qué me encontraré a la vuelta?, ¿seguirá el problema que dejé allí cuando me fui?, etc.
Si estando de vacaciones, te haces estas y otras preguntas relacionadas con el trabajo, puede que debas valorar que lo mismo es que le dedicas demasiado tiempo al trabajo y que puede que te llegue a producir estrés, si no te lo ha producido ya.
Por el ritmo de vida que llevamos a lo mejor notas que tienes cierta carga de estrés, y seguramente pienses que es lo normal, y esto es cierto; pero sólo hasta cierto punto. Tener estrés de forma puntual o por un reto profesional, puede llegar a considerarse incluso como algo positivo, el problema surge cuando se convierte en algo continuado y las señales de alarma, no solo empiezan a aparecer si no que empiezan a ser innegables: dificultades para dormir o despertares continuados, toma de algún medicamento de manera recurrente, no parar de pensar en el trabajo cuando estás en cualquier otro entorno, o una de las más evidentes; que llegue el domingo y te deprimas o te pongas ansioso por la inminencia del lunes.
¿Qué significa tener estrés laboral?
Probablemente estarás subestimando el efecto que puede llegar a tener el estrés en tu vida y en tu salud, tanto física como mentalmente. Si no nos ocupamos para gestionar el estrés de una forma adecuada puede que lleguemos a tener que afrontar problemas más serios, a nivel físico, afectaciones como: presión en el pecho, dificultad para tragar, temblores, dolores de cabeza, migrañas, problemas de piel, problemas del estómago, etc. A nivel psicológico: depresiones, ataques de pánico, aislamiento social, problemas en nuestras relaciones, obsesiones, etc.
¿Qué puedo hacer yo para disminuir el estrés laboral?
Lo mejor, obviamente, sería poder acudir a un profesional que nos ayude a gestionar estos problemas, pero si por lo que sea no se puede, deberíamos aún así poner en práctica estos consejos que están en nuestra mano:
Cumplir con mi horario: esta parece la más obvia, pero es de las más importantes; si hay un pico de trabajo, puede ser que tengas que quedarte un poco más: media hora, una hora; máximo, pero no puede ser la norma que entremos antes y salgamos después de nuestra hora.
Saber decir que no. Muchas veces nos decimos “es que el jefe…”. El haber cedido terreno en cuanto a nuestras atribuciones y deberes en el trabajo, suele ser el comienzo de una presión que nos añadimos nosotros por realizar más trabajo que puede que no nos corresponda.
Desconectar conscientemente del trabajo, es decir, activamente no contestar e-mails o whatsapp fuera del trabajo y por supuesto no hacer trabajo en casa, y si es imprescindible el hacerlo, el dedicarle un tiempo concreto (máximo 1 hora) para que no me ocupe todo mi tiempo libre.
Y al hilo de la anterior, conectar conscientemente con todas esas áreas que son importantes en nuestra vida, la familia, la pareja, los amigos, hobbies, etc. Si estoy pensando en el trabajo, ni presto la atención debida ni disfruto de lo que estoy haciendo.
Evita hablar de manera obsesiva y recurrente con mi entorno. Cada vez que no haces esto, claramente no te ayudará a desconectar y hará que toda tu atención se focalice de nuevo en lo mal que te van las cosas.
Si consigues llevar a cabo todos estos pasos, te aseguramos que estarás encaminándote para reducir el estrés laboral y para dejar de sentirte tan mal como hasta ahora. Si por el contrario, lamentablemente, ya eras consciente de que tenías que hacer estas cosas y lo crees imposible o piensas que no sabrás hacerlo por ti mismo, no desesperes, poner un profesional en tu vida, puede ser la solución.