La terapia online funciona igual de bien que la presencial?
“Ha venido para quedarse” puede que sea la frase más pronunciada del año pasado y de gran parte de este; hace referencia a una realidad con la que nos hemos enfrentado todos en algún momento a lo largo de este último año. Una teleconferencia, una llamada de trabajo, una visita virtual, etc. en definitiva; lo que hacíamos antes saliendo a la calle, pero desde casa.
El “ha venido para quedarse” también se aplica, indudablemente, a la psicología. Creo que antes de la pandemia no conocía a ningún colega de profesión que conociese a nadie que pudiera vivir con pacientes que tenía sólo de manera online. Por supuesto que todos en algún momento nos hemos encontrado con ese paciente recomendado que vive lejos y que por venir con nosotros está dispuesto a hacer el esfuerzo de hacerlo de manera virtual, y aunque ni a nosotros los psicólogos nos entusiasmaba la idea, ni a él como paciente le convencía del todo, se hacía la terapia y se llevaba a buen termino ¿Pero comenzar una terapia de manera online pudiendo hacerla presencial? ¡Eso nunca! Hasta que llegó el confinamiento.
Pasaban los días y lo que empezó como un encierro tonto de 15 días sin problemas (que casi eran unas vacaciones para muchos de nosotros) se fue convirtiendo en un encierro de más de 3 meses: imagino que a muchos de mis compañeros psicólogos les pasó lo que a mi, que al principio la casi totalidad de los pacientes decidieron que esperaban sin hacer terapia, pero según iban pasando los días se acumulaban las llamadas de quiero volver y dame cita.
Los psicólogos entonces tuvimos que hacer como todo el resto de profesionales; adaptarnos y cambiar nuestro estilos para esa novedad que acababa de llegar. Yo personalmente, como psicólogo, disfruté enormemente de esas sesiones, se atisbaba ligeramente la casa del paciente y él veía aunque fuera mínimamente parte de la nuestra. A nosotros muchas veces nos sirvió para comprender mejor cosas que los pacientes nos contaban y creo que a nuestros pacientes les mostró ese lado más humano y cercano que a veces se pierde por como funciona la terapia, ya que es cierto que a veces los pacientes sienten como ese desequilibrio entre lo que se abren ellos y lo poco que conocen a la otra persona.
Pero bueno, el confinamiento llegaba a su fin y como el virus no se había ido, comenzaron los recelos e inquietudes ante la vuelta a la normalidad ¿Quién no ha conocido en este año la triste historia de alguien que ha perdido a un ser querido? Con lo que las sesiones online muchas veces se fueron alargando pero esta vez por otros motivos: al principio fue por necesidad, pero ahora por gusto. Ya los pacientes no te decían, “bueno.. vale.. pues online..” ahora era más “prefiero el online, porque..” y así, casi sin quererlo, “llegó para quedarse” la terapia online.
Es indudable que el contacto físico y humano no sólo es necesario, sino aconsejable, además, en muchas de las terapias (miedo a salir al exterior, bajo estado de ánimo, apatía, etc.) debería ser algo casi obligatorio, ya que el propio problema se agrava por quedarse en casa ¿Pero para los demás..? ¿Qué pasa si estoy en casa y yo, que tengo problemas de trabajo, por ejemplo, decido que me viene mejor hacer la sesión desde ahí porque vienen mis hijos, o luego quiero ir al gimnasio, o simplemente tengo unas cañas luego cerca de mi casa? ¿Qué ocurre conmigo? ¿Es bueno? ¿Malo? ¿Me servirá? La respuesta de manera general es: sí, te servirá y está bien. Simplemente hay una serie de pautas que para mi son importantes a tener en cuenta, pero es una serie de pautas que en verdad son comunes para las sesiones presenciales y para casi cualquier cosa en la vida.
Para el máximo aprovechamiento de las sesiones online yo creo que es necesario que se den las siguientes recomendaciones:
- Que la hora que te pongas de sesión no sea la hora del final de otra cosa, es decir, si tienes una reunión que termina a las 17h, no te pongas tu sesión de psicología a las 17h. Es bueno que haya un espacio vacío entre obligaciones para poder desconectar y prepararte mentalmente para la sesión, ya que también te va a tocar “trabajar” en la consulta. Mejor si he podido descansar un poco.
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Arréglate un poco. Todos sabemos que estar en casa es una gozada; y hemos oído mil veces las historias de que los presentadores de televisión de cintura para abajo muchas veces van en pantalones cortos o incluso sin ellos, y está bien que los elementos que no se vean estén como queramos, pero que por lo menos los que se vean estén decentes. Esa cara de recién levantado o esa camiseta que nos hace las veces de pijama no da el pego en cámara, te lo aseguro..
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Que no haya elementos que estorben de manera permanente: si tienes que levantarte cien veces para atender a los niños o abrir la puerta de tu casa está bien, es algo normal, no pasa nada. Si estoy en la misma habitación que mi hijo adolescente dando gritos mientras juega a la consola o es la habitación donde está la lavadora centrifugando, menos bien. Que el espacio sea lo más tranquilo posible ayuda a que la sesión salga aún mejor.
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Que el espacio sea cómodo y tú te sientas cómodo también, sí, pero mejor si se evitan lugares y posturas “demasiado” cómodas. Estar en el sofá tumbado o en la cama metido no suele ayudarnos a conectar con la sesión y hacer el trabajo que nos corresponde.
Si atendemos a estas recomendaciones, el aprovechamiento de las sesiones de psicología está garantizado y la utilidad de las mismas salvaguardadas. A día de hoy, la mitad de las sesiones que ofrece el centro se dan de manera online, y todas las personas que acuden a ellas están más que contentas y satisfechas y a muchas de ellas no las hemos llegado a ver nunca de manera física. Como bien decíamos al principio esto “ha venido para quedarse”.